Valentina Raymond
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Como ciudadanos globales, es importante reconocer el patriotismo y a la vez no caer en los extremos del mismo. Samantha Arias, ecuatoriana y estudiante extranjera en Moscú, nos cuenta su perspectiva sobre el ser patriota y evadir la xenofobia en el marco de los Objetivos del Desarrollo Sostenible.
Dentro de las principales enseñanzas que ha tenido fuera de su país, se encuentra el entusiasmo por lo desconocido, el sentirse ajeno a otra cultura y a la vez aprender de esta y el conocer otro idioma adentrándose a otra mentalidad, por lo que de esta manera, Samanta ha aprendido a ser objetiva.
Después de introducirnos al tema, la expositora explica a profundidad lo que es el patriotismo, entendiendo por este término, el deseo de pertenecer a un grupo y de una manera más específica, es la pasión y el amor de un patriota apasionado por su propio país. En esta línea, analizamos las diferentes aristas del mismo; recalcando primero el sistema educativo y cultural, donde el patriotismo es un mecanismo de defensa para que las culturas perduren en el tiempo, la analogía de héroes, donde el sacrificio patriótico puede conllevar a sacrificarse por el país en batallas o guerras, el fenómeno: político, històrico, cultural y psicológico, existiendo en este una respuesta cognitivo-motivacional, y por último el patriotismo como una acción o verbo, naciendo así el patriotismo pasivo o activo.
Se enfatizó las diferencias entre nacionalismo y etnocentrismo, conceptos esenciales a conocer, siendo el primero la autodeterminación del grupo como nación y el segundo aceptar el propio grupo y rechazar a otros. Esto nos guió a entender el racismo, el cual es un término más global, a diferencia de la xenofobia que es de manera específica el odio hacia el extranjero, Samantha resalta que las personas caen en esta, al defender la bandera de la patria y no de la humanidad, poniendo el ejemplo de América Latina, explicó cómo los desplazamientos han generado situaciones de racismo y exclusión social, es por ello que como jóvenes debemos ser embajadores y menciona que estos espacios son un ejemplo de cómo evadir la xenofobia.
“Globaliza tu mente” nos dice Samantha, al globalizarnos somos ciudadanos conocedores de nuestra cultura e informados, pero a su vez debemos leer sobre otras culturas y liderar el camino de la inclusión, permitiendo así que lo ajeno nos enseñe algo diferente. El apoyar la humanidad y no la nacionalidad, ya que las fronteras no deben ser un obstáculo para el entendimiento.
Entre una de las dudas de los participantes, se encontraba el cómo ser un buen compatriota, a lo cual la expositora respondió que es aquella persona que antes de preocuparse de la superioridad de su nación, es responsable con ella, siendo activa en política, en cambio climático y ayudando a generar conciencia.
Enfocándose en los ODS 4, 10 y 16, Samantha nos ha dejado diferentes enseñanzas; el abrir la mente y ser personas informadas, nos compartió su lema “ Empecemos a humanizarnos”, siendo este un taller de jóvenes para jóvenes, donde es importante saber que el mundo se vendrá abajo si no nos atrevemos a conectar y recordar que tal vez no podamos hacerlo todo, pero sí lograr un cambio.